Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

viernes, 6 de enero de 2012

Ése nunca fue su mundo.

Y miró alrededor, y allí no hay nadie. Malditos bastardos, le habéis dejado sola con sus pensamientos.  Volvío la cabeza, y los observó. Ellos eran guapos, ellas hermosas. Se movían al son de una música que descomponía los tímpanos. Bailaban dulcemente, mucho mejor de lo que ella podría bailar en la vida. Miró sus ojos, sus trajes. Eran más hermosos que los suyos.Más caros también, seguramente. Miró mi propio vestido, y suspiró. A todas luces, no era bonita. Probablemente, de las más feas de la fiesta. Se observó en un espejo, y sonrió débilmente. Tenía una sonrisa triste, maldita melancolía permanente. Probablemente, sí era una de las más melancólicas de la fiesta. Clavó sus ojos en la barra del bar; atendían antes a las chicas bonitas, y ella llevaba allí demasiado tiempo. Se encogió de hombros, y volvió a sonreír débilmente. Era una larga noche de invierno. Tendría que estar lejos, en su mundo. Sonrió abiertamente, y salió del local. Volvió a casa, y comenzó a sangrar. Era tarde, la luz entraba por entre las rendijas de la ventana del cuarto. La sangre se extendía por entre las teclas del ordenador. Sangraba profusamente, sonriendo. Enjoy the moment, susurraban sus venas.
Eran las más bonitas,los más apuestos de la fiesta. Pero no tenían sangre en los vestidos, ni en los ojos, ni en el alma.
[Eisenheim.]

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