Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

jueves, 26 de abril de 2012

Esta incongruente melancolía futurista.

Y los paraguas de esta españa maldita arrancan de cuajo el corazón de esos vagabundos que merodean por entre los dientes con estrías de esta sonrisa hipócrita, insensata, que ronda por los pisos inestables de este edificio sin cimientos. Los relojes, los olvidados, llueven mientras los inconscientes se refugian bajo los paraguas, ante la mirada atenta de las aceras resbaladizas, que intentan poner más empeño en hacer zancadillas para que el tiempo no corra tan rápido. Pero la masa de la que están hechos es mucho más fuerte que todas ellas, y continúan volando por entre el asombrado asfalto. Y las cuentas corrientes no son más que un nuevo reflejo del continuo marasmo de este país sin armonía ni conciencia, que detiene el curso de su vida durante noventa minutos de futbolera felicidad, o de programas rosas sin escrúpulos ni pasión. Los tejados se preguntan dónde están los gatos que antes perseguían a los ratones, y es que estos han decidido exiliarse para dejar de soñar con ratones que son conscientes de su papel en el mundo. Y nosotros hemos entregado nuestra capacidad de creer, de ver y de soñar a una pandilla de intelectuales modernos que cobran por sus servicios. Y abajo, junto a las aceras, los olvidados y los vagabundos merodean sin rumbo, por encima de todas las voces de todos los pisos sin cimientos en los que el mundo se ha atrincherado. Este país extraño, que delega su felicidad en otros, que detiene su vida, que rompe su garganta, que desgarra sus vestiduras, que lanza televisores por las entreabiertas ventanas. Y los televisores se marchan, cabizbajos,ruborizados, utilizando la sangre de las venas de los olvidados.
[Eisenheim]

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