Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

lunes, 23 de abril de 2012

Y no está mal esta lluvia que fabrica delirios cada viernes.

Podríamos volvernos desastrosamente jóvenes a medida que las agujas del reloj se clavan en nuestros huesos, amenazando lluvia. Y nadie no es más que nada; esta profusión de personajes sin caras ni gestos reconocibles, inmersos en su propia reputación de cara a la galería. Y es que todos tenemos fe propia, la que nos desata, la que consigue hacernos despreciar al hermano, al enemigo, al padre. Rezamos a dioses que no existen, pero que siguen matando a gente. Y qué le vamos a hacer si no todos los caminos llevan a Roma, si es que el muro de las lamentaciones nos cae demasiado lejos para bajarnos la falda y dejar al descubierto nuestros pecados. Y qué vamos a hacer, si nuestros pulmones se cansan de aparentar, de expiar por completo nuestros pecados, o expiarlos a medias, de cara a los demás seres de la creación. Y tomamos las calles y las gentes se preguntan de qué carecemos. Y sonreímos al suelo, porque sabemos que carecemos de todo aquello que intentamos deslegitimar a cada golpe de puño, la saliva del rompeolas. Y la radio sigue sonando vacía, sin sentido, qué manía de reforzar las expresiones con un par de sinónimos, con una palabrota malsonante que consigue arrancarnos la fe de nuestras entrañas. Maldita seas, maldito Dios, debiste habértelo pensado más. Porque cada vez que suspiras, aquí abajo algunos lloramos de angustia. Y a algunos les han cercenado los ojos al ver resbalar por las cañerías lágrimas dulces, que se filtran por las paredes, pero que nunca llegan a ver el mar.
[Eisenheim.]

1 comentario:

  1. Una ilusión no sé si te puedo dejar. Pero un "Te entiendo perfectamente" ya lo has conseguido. Un beso!

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