Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

lunes, 13 de agosto de 2012

Para morrer, o teu abraço.

Podría ser algo así. Como droga, digo. Y nos miran señores morenos suplicando que les compremos droga. Váyase al carajo, si de eso ya me sobra. Y miro tus pupilas, vaya, qué faena, otra sobredosis más. Y las anfetaminas se me atenazan en el cuerpo cuando te vas, y cuando vuelves el puente del veinticinco de abril vuelve a amanecer sin tráfico, y sin trenes. Completamente vacío, observando las dos orillas del tajo que tenemos en el alma, extendiendo sus palmas grises hacia tus venas calientes llenas de vida. Y es que este viejo de cincuenta años nunca vio un amor tan grande, un amor tan sincero, y una chispa tan permanente en la mirada de esos dos muchachos que apenas rozan la mitad de tus años. Qué habrás visto tú, gran señor, que puedes juzgarlo con tal severidad. A quién habrás acogido tú sobre tus brazos de hierro, a quién habrás visto morir bajo tus arterias, quién te habrá visto las entrañas. Quién podrá afirmar que te enamoraste, si la democracia era tu amor eterno, tu única y eterna esposa, tu Penélope personal. Quién podrá separar las dos orillas que mueven medio mundo, y quién te mirará, desde el otro lado del océano, ignorante a tu senectud indeleble, a tu medio siglo con más de mil lunas y más de mil soles, pequeño reino frente a la inmensidad del océano, bendito hijastro de Salazar.
Y te miraste por dentro y sonreíste,carajo, porque jamás un amor tan fuerte tiñó de atardecer todos tus raíles.
[Eisenheim.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario