Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 9 de octubre de 2012

Quítennos la venda...sin anestesia.

Y pediremos ayuda. Pediremos ayuda intentando salvarnos del desastre. Intentando, una vez más, descomponernos en pequeñas motas de polvo, ocultos tras las estanterías del deshonor y la ignominia. Desearemos estar muertos, porque vivos seguimos apretándonos las costillas, hasta romperlas de rabia e indecisión, costillas de plata que querremos vender para pagar el mes de alquiler con opción a compra de este piso sin azotea. Pediremos ayuda cuando el corazón lata demasiado fuerte como para pararlo, cuando veamos a ese anciano tirado en medio de la carretera, descompuesto por la velocidad y la drogadicción, y nos acerquemos a ayudarle. Y nos veamos reflejados en sus ojos. Y seamos él, y las venas se nos colapsen de tanto dinero en circulación. Pediremos ayuda, y quizás no tengamos voz para salir al balcón y llamar la atención de aquellos funcionarios que un día nos dijeron que no tenían más cojones que dejarnos marchar sin solución ni papeleo por medio. No nos oirán aquellos banqueros que no quisieron cambiarnos el número de cuenta, porque no nos reconocían en la foto del dni, ajados, descompuestos. No nos podrá encontrar ese médico que logró ayudarnos a nacer, ni aquél que no quiso darnos cita porque el infierno estaba atestado de gente pidiendo auxilio. No nos podrán encontrar nuestros padres, porque nos habremos rapado el pelo, y nos habremos hecho una rinoplastia permanente que desenfocará todos los rasgos hereditarios, unos tan malos...y otros tan buenos. No nos reconocerá nadie por las calles, porque nuestras ropas serán las de todos los demás, y nuestros labios sabrán a sal de lágrimas y de mar lejano, y nuestros ojos seguirán negros, negros de orgullo y decepción. Y no pediremos ayuda. A nadie. Y este país seguirá el curso de la historia, nunca gritando, siempre callando.
No pedirán ayuda aquellos que no pudieron seguir las pautas del velocímetro.No pedirán ayuda, y tropezaremos con ellos por las calles.
Y los miraremos.
Y quizá nos pongamos la venda. O quizás vayamos a pedir ayuda.
 Y no nos saldrá la voz.
[Eisenheim.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario