Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 23 de octubre de 2012

Siempre vuelvo a escribirte en la nuca.

Y ese pequeño bebé nos mira con ojos chispeantes, mientras palabras como "solidaridad, hambre y guerra" inundan sus oídos. Y sonríe. Y dime qué ocurrirá con ese pequeño chiquillo que nos sonríe desde el paso de cebra, esperando al semáforo verde de la indecisión y de preguntas sin respuesta. Dime qué será de aquella niña de ojos verdes que está sentada frente a su madre en es ebanco, y abre los ojos, insegura, al sentir el temblor del tren mientras entra en la estación. Dime qué será de nosotros, cuando ese niño entre en la recepción, y pregunte por el pasado de sus padres, de las ansias de libertad no contestada, o quizás de aquellos medicamentos sin receta y títulos de idiomas. Dime qué será de los dos, de ti y de mi, de mi cabeza y de mi memoria, y asegúrame que seguirás aquí, aunque la pequeña flor se marchite y acabe deshojándose en el suelo de este salón. Dime qué será de Dios, y de todos sus milagros, si habrá juicio final, o si el apocalipsis fue un cuento chino para no dormir. Dime qué será de la mujer que me vio nacer, si volverá a sonreír, si volverá a caminar sin mirar atrás. Cuéntame cómo podré enlatar todos estos momentos felices contigo, para que me quepan en una botella con nombre y dirección, y te la pueda lanzar al mar del tiempo. Explícame cómo podré olvidarte si algún día marchas lejos, y cómo podré recomponer todos los pedazos de cada uno de las esquinas del recuerdo. Y a qué discotecas tendré que ir para observar de lejos al ganado, y salir corriendo, llorando, porque tú no estarás en mi cama cuando llegue a casa. Dime en qué tipo de batallas tendré todos los ases para ganar, y derrotar a los fantasmas del miedo. Dime qué victoria me corresponde, por el simple hecho de vivir, sin más. O qué cantidad de felicidad me corresponde por haberte amado sin excepciones, y qué lugar en el paraíso se me asigna por haberte hecho reír durante tantos años seguidos. Qué tipo de funeral crees que debería permitirme, si sabes que nunca me gustó la oscuridad, ni los himnos ni fronteras. Qué tipo de bandera conmemorativa se me ofrece por haber sido una Penélope constante hasta que llegaste, por haber sido fiel hasta la médula, porque mis pupilas comenzaron a dilatarse cuando llegaste a mi lado. Tú tan ordenado y políticamente correcto. Yo tan republicana y tan inadaptada social. Tan dura e inconformista, perpleja y de sonrisa fácil. Menudo ejemplo a seguir. 
Pero no contestes ahora. Quédate. Permanece, y contéstame cuando me vaya por completo.Cuando las arrugas cercenen mi piel. Cuando sean los testigos físicos de que he llegado al fin, sana y salva, siempre contigo. 
Y mientras, sé mi compañero de tren. He comprado billete para la última estación. Billetes para dos.
[Eisenheim.]

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