Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Las venas se me ponen negras de impotencia.

Porque a veces faltan fuerzas. Porque las lágrimas a veces se quedan cortas, porque no puedo hacer nada más que quedarme sentada, intentando aparentar normalidad. Normalidad. ¿A qué coño llamas normalidad? Se supone que el infierno no tiene normalidad ninguna, que no tiene nada a lo que aferrarse. ¿No se supone que el infierno también tiene algo de bueno? Pues no lo tiene. No tiene nada de bueno. No tiene nada de bueno. Nada.
Y lo peor del infierno es que no tiene marcha atrás. El infierno es el infierno, y el infierno se hunde en las venas. Sin remedio.
[Eisenheim.]

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