Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Make it real for so long.

Desgranando parte de la historia. Puede ser que alguna que otra noche me vaya a la cama con ganas de ti, pero mira qué bien, el disimulo es el punto número uno de mis decisiones. Y comienzo a pintar ese cuadro que comenzamos juntos un noviembre cualquiera, y me duelen las costillas de permanecer de pie, esperándote bajo la lluvia. Porque los días en que no estás se vuelven eternos, y remiendo calcetines para descoserlos por las noches, maldita Penélope. La televisión solo se emite los días en que tú estás, y los anuncios de colonias se me antojan perfectamente volubles, incapaces de vomitar la esencia que un día enfrascaron en su interior. Y la ciudad se detiene, suspirando lánguidamente con cara de póker, mientras las aceras, manchadas de hojas con sarro, se pintan las uñas para intentar aparentar normalidad. Y se me mete el perro dentro de los oídos, y me vuelvo sorda a otra cosa que no sea el pitido agudo de tus latidos. Los labios se secan y agrietan, y nunca tengo saliva suficiente para empaparlos por completo. Y la niebla desciende sobre la montaña de enfrente, y me recuerda a tu forma de deslizarte por mi nuca. Y me coso la boca con hilo extrafino, para que en tu ausencia pueda acumular para ti besos de todos los tamaños y de todos los colores; justo ahí bajo el paladar, colgando de la campanilla. La sangre se me para en las arterias, provocando parpadeos positivos de coágulos sentimentales, y cualquier canción me suena a tu melodía de sonrisa tridimensional y en cualquier libro leo las líneas universales(y siempre intempestivas)de tu espalda. Y me niego a suspirar hondo, para que no se me escape ni un ápice de tu universo continuo de ese noviembre en el que decidiste hace un par de años, por fin, encontrarme aquí. En casa.
[Eisenheim.]

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