Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

miércoles, 23 de enero de 2013

Someday, you'll be here.

Y aquellos muchachos nos miran con cara de colapso permanente. El rímel corrido en las costillas. Las balas incrustadas en el cerebro. Y las pupilas fijas, incapaces de ocultar el horror del caer hacia adelante, sin saber qué parte del cuerpo poner en posición correcta. Y miles de madres permanecieron en la sombra, intentando rezar por aquellos que ya estaban muertos, recordando tiempos muertos, tiempos en los que no sabían andar, en los que no sabían lo que era una pistola. Y tampoco sabían cómo matar. Y siempre son las mismas madres, los mismos ceños fruncidos de los padres, y diferente guerra. Pero siempre el mismo resultado. Cuerpos de latón pudriéndose en los campos, en lugar de regar las rosas que dedicarán a sus mujeres. Siempre sangre derramada, en vez de guardarla para las enfermedades de sus hijos. Siempre el alma se escapa, en lugar de ponerla en cada carcajada.
Y esto nunca para, suma y sigue. No nos escuchan cuando susurramos algo así como "bring 'em home". Traedlos a casa. Traedlos a casa para que no caigan. Para que se mantengan a flote durante un tiempo más. Para que no enturbien el campo con más sangre. Para que rieguen las flores de su propio jardín. Y nunca las del vecino.
[Eisenheim.]

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