Pero no tan lejos
como para ver el futuro.
Ahorradle este don, poderes celestiales.
Wislawa Szymborska
Descompuso sus ojos color miel;
trazó
un horizonte que no
encontró más que
pedazos de una memoria
destartalada
en los confines de la consciencia.
Olvidó su nombre, sus cicatrices, incluso
sus venas sabor dulce
que nunca confundieron otros abrazos
con los míos.
Me miró, como quien se sabe
a punto de entrar en la
trastienda
de lo acontecido,
y sonrió, ingenuo,
como si solo hubiese
sido
como si solo hubiese
sido
un número aislado
en una guía
de milenios.
[Eisenheim.]
de milenios.
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