Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Velaré por ti cada madrugada.

El monitor parpadeaba: 136, 69. Y de repente, apretamos el botón rojo que siempre nos dio tanto miedo pulsar. Voz automática, preguntas sin respuestas. No sabemos lo que ocurre, por eso le llamamos, bastardo. De súbito, debilidad. Las piernas nos tiemblan, y no son capaces de tenernos en pie. No podemos seguir adelante, ni siquiera podemos esbozar la tímida sonrisa de: "hey,todo saldrá bien." Las sirenas aúllan atravesando la ciudad, mientras hacemos radiografías de cada suspiro suspendido en el acorde de la madrugada. El monitor parpadea, lenta, inexorablemente; un pitido constante nos retuerce los oídos, y las paredes se vuelven lamentos. Los ojos se nos caen al suelo, pero seguimos en pie. Las rodillas duelen, pero no queremos bajar la guardia. Débil. Vomitamos a escondidas en algún retrete de algún hospital, y golpeamos con fuerza los azulejos verde-debilidad que manchan el alma. Maldita sea.
Y nada ocurrió, simulacro de incendio. Pero es el preludio del terror el que atenaza, el que inmoviliza, el que espera al fin descontrolado de esta angustia con espera.
[Eisenheim.]
For God's sake.
No soportaremos que te vayas.
Quédate un poco más...

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