Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 6 de marzo de 2012

After the ice.

Si pudieras verme ahora bastaría. Podrías reconocer en lo que me he convertido. De la niña asustada de ojos negros que observaba cómo la cocaína se esnifaba por tu nariz hasta la joven con ojos de melancolía que en ningún caso te pertenece. Podrías volver la cabeza, y fijar tus ojos en los míos. Y ten el suficiente valor para negarme la evidencia de los primeros días de locura y redención. Girar el cuello, y que se te partiera del peso de la culpa que deberías cargar todas las mañanas al levantarte. Porque tu vida está vacía como siempre lo ha estado. Fui yo una causa más de tu obsesiva necesidad de dominar, de controlar todos los ámbitos de tu perturbada vida. Y ahora, en perspectiva retrospectiva, la marea vuelve a subir, y no te lleva a ti entre los escombros. Observarías, si pudieras sacudirte la necedad de tus pupilas, mi preciosa cara virginal, lejos de tus angostas normas y gilipolleces varias. Podrías atisbar resquicios de felicidad imperturbables, que no se han borrado en meses, aunque en ocasiones la marea del recuerdo me inunda de ira y decepción. Te morirías de dolor, de rabia, al comprobar que me aman, y que he amado por fin, im sorry,te empeñaste tanto en ello cuando eras joven...te cortarías las venas cuando me tocasen el trasero en cualquier estación de ferrocarril, y no dudarías en descoserte la piel al verme reír con otra persona que no fueras tú.Incluso pegarías a ese conductor de autobús al que no le llegas ni a la suela de los zapatos(aunque sea deleznable). Tú nunca quisiste compartir nada; desmembrabas cada parte de los cerebros de los demás, y los engullías sin control. Podrías...podrías enterarte de una vez por todas de que esto es solo un momentito de caída, que aquí no ocurre nada, que no tiene sentido poner orden a lo inexplicable.  Y menos, en mis sueños. Podrías morirte, pero no, prefiero que esperes sentado a la soledad infinita; algún dios te arrancará el alma de cuajo y te llevará de bruces lejos, donde nadie nunca pueda verte.
Podrías volverte y contemplar, al fin, que no eres ni fuiste jamás mi arma de destrucción masiva. Que las armas se pierden cuando termina la guerra, y no al revés, ya ves, menuda ocurrencia.
[Eisenheim.]

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