Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

viernes, 20 de julio de 2012

En primera persona.

En primera persona, se nos llena la boca de recuerdos con sabor a alivio. Y contemplamos fotografías antiguas y se nos hace un nudo en la garganta. Éramos nosotros, los que seguimos vivos. Benditas casualidades. Vivimos la primera pasión, nuestra primera pasión por la que hubiéramos dado la vida entera si hubiera hecho falta(quizás casi lo hicimos).Y quizás esa primera pasión fue el mayor de los naufragios:podían hacer con nosotros lo que quisieran. Oímos cómo la cocaína se introducía con decisión por fosas nasales ajenas, y oímos gritar a nuestra propia conciencia bajo el amparo del cielo estrellado. Nos escuchamos caminar, huir, tropezar. Sentimos el miedo atenazado, las amenazas de muerte, los susurros que escondían sangre entre sus vértices. Nos escuchamos temblar bajo el palio de la adolescencia prematura. Supimos que todavía no podíamos decir "no".Corrimos lejos, y dimos gracias a ese dios que ahora permenece en las listas del inem.Crecimos, golpe a golpe, sonrisa en ristre, ojos marrones cargados de melancolía. Dejamos a un lado la pasión. Volvimos a ilusionarnos. Nos topamos con enfermedades extrañas que deberían estar vetadas a nuestra inmadura etapa adolescente. Supimos qué hacer y qué decir, quizás porque estábamos predestinados a dirigir siempre el timón. Nos sentimos bapuleados, olvidados, destrozados. Tuvimos cojones de echar a un lado lo que nos hacía daño. Retomamos la ilusión, pero esa ilusión cargada de dependencia y soledad. No sabíamos amar. Y finalmente, llegamos. De repente, fue fácil amar, fue fácil caminar, olvidar, guerrear. De súbito, los relojes se pararon, y las campanas repicaban sobre nuestras cabezas. Fue tan fácil rendirse, y suspirar, al fin. Fue tan fácil girarse, y escuchar la voz más dulce del universo. Fue tan fácil despertar.
[Eisenheim.]

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