Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Sonrisa permanente como propósito de año nuevo.

Y hace tiempo que dejé de creer. Creíamos en todas las cosas tangibles, y nos olvidamos de las cosas de verdad. Las del corazón. Dejamos de creer que los andamios eran seguros, y echamos fuera de nuestras camas todo lo que no necesitábamos en ese momento. Y ése fue nuestro gran problema. Quizás no hubo manera de pararlo, quizás era totalmente necesario retroceder hasta ese punto para tomar impulso. Quizás el envenenamiento era la mejor forma para inmunizarnos ante los cementerios de dolor. Y las cabezas negaban que alguna vez tuvieron miedo, aunque más de una vez lloramos en silencio, intentando ocultar los temblores de nuestro cuerpo. Era el mejor momento para desarrollar toda nuestra artillería pesada, para nadar a contracorriente, y hundirnos más y más en la miseria. Bebiendo alcohol. Inyectándonos todo tipo de drogas. Descomponiendo los huesos con papel de fumar, siempre barato, aunque nunca negro. Enganchamos la soberbia de nuestras pestañas, y descolgamos la moral y la dignidad de nuestros vértices. Y quizás ese fue el gran error, vaya.
Y cuando no éramos más que cuerpos sin salidas y con escamas, volvimos a renacer. Volvimos a cautivarnos, a sorprendernos a nosotros mismos. A sacar lo mejor de nuestras almas. Volvimos a sonreír sin odio ni quemazón, y a llorar con el hilo musical del ascensor. Y se limpió la herida que habíamos intentando enmendar-sin éxito-durante demasiado tiempo. La forma más fácil fue la manera más dolorosa de hacerlo. But this worth it.
Y aceptamos que no todo era tan fácil. Que debíamos vivir con dolor. Con inseguridad. Pero también con gloria. Con infinita gloria.
[Eisenheim.]

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