Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Vuelve a soplar el viento.

Y últimamente soñamos poco. Me refiero, a que la vida nos parece sueño, tal y como diría aquél. Y sonreímos a los semáforos, porque extienden sus redes por entre la multitud, iluminando todo con su luz. Las luces de navidad refulgen incluso a las seis de la mañana. La gente sonríe, y todos nos queremos. Incluso cuando no creíamos en la paz mundial, supimos que algo sí podíamos hacer con nuestra raza. Y hay hombres con ramos de flores por las calles. Bebés con sonrisas angelicales enganchando de las comisuras el orgullo de sus padres. Y volvemos a casa. Siempre contigo en el corazón. Mi madre sonríe. A mi padre le desaparecen un par de arrugas del rostro. Mi hermana ya no tiene la sonrisa congelada. Mis amigos se alegran de verme. Mi ciudad se tiñe de ternura, al menos durante un tiempo. El pijama está caliente porque te quiero, y no he perdido mis guantes como suponía. He encontrado una moneda en un bolsillo,y se la he echado en la gorrilla a un imitador de sabina. Estoy libre de todo pecado, y la angustia casi ha desaparecido. Quizás la semana siguiente se haya esfumado por completo. O quizás no. Pero firmaría un contrato permanente para dormir así, con esta tranquilidad, con esta tregua.
La vida es sueño, dijo alguien. Y qué razón tenía.
[Eisenheim.]

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