Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

lunes, 11 de febrero de 2013

Hablando de viento, dust in the wind.



Y volví atrás, y no conseguí más que una vuelta de hoja, pero no de libro. Qué más da quién lleve el bastón aquí, si no hay más libros que pueda leer, y el libro electrónico es demasiado barato. Y Clark Gable me mira con ojos de prematuro cadáver, porque quizás sí quiso a diferentes mujeres-pero nunca a la adecuada-. Y su sonrisa de niño adolescente mira a una Marilyn con demasiado maquillaje en las incipientes arrugas. Siempre desnudándose, pero nunca desnudando el alma.
Qué queréis que ame, si esta mujer está delante de mí con su trasero al aire. Y el pobre corazón tan encerrado sin gritar de dolor. Sigue sonriendo, dejando que Escarlata le rechace una y otra vez, permaneciendo con el eterno Ashley. Maldita seas, Redth, que no pudiste amarla como quiso que le amaras. Redth, maldito Redth, que no supiste mantenerte a flote, porque los sueños cobraron siempre realidad. Y tú nunca fuiste sueño para Escarlata.
Te perdiste en la niebla. Siempre en la niebla del cuerpo, y no en la del alma. La del corazón.
Redth, te perdiste entre la niebla. Y quizás Escarlata no supo qué ventrículo desangrar del todo para darte parte de su corazón. Porque tú nunca escuchaste sus latidos. Nunca amaste otra cosa que no estuviera surcada de arrugas. Y el corazón, querido Clark-Redth-, es una de esas cosas que se arrugan. Sin poder hacer nada por evitarlo. Aunque Marilyn siempre quiera seguir maquillándolo. 
[Eisenheim.]

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