Y me dejé llevar tanto,
que olvidé lo realmente importante.
Creí que era mejor caminar en aquel desastre,
pensando romperme las venas
-caníbal-, siempre pensando en morderme
para intentar desaparecer, o quizás,
como manera de escapar.
Mientras la cocaína se me metía por las arterias,
por los pupilas,
Cambiando de color,
siempre fingiendo que no miraba,
que no me importaba ver.
Masticando porciones de pasión
unida a asco infinito,
mezcla de cloroformo con alcohol.
Sin pensar en nada más que no fuera en escapar,
pero hundiéndome en el hastío de lo incorrecto.
Me dejé llevar tanto. Hasta que me miré en el espejo,
con la mirada perdida. Y lo entendí.
Olvidé lo realmente importante,
yo.
Y nunca mi reflejo.
[Eisenheim.]
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