Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

martes, 18 de junio de 2013

Vida, dijo, y a mí me salió una sonrisa.

La pregunta se extendió por entre mis venas, y yo, incapaz de controlarla, intenté sonreír. El médico me miraba con una media sonrisa, mientras yo luchaba por abrir los ojos. Vaya, cuánto tiempo esperando este momento, y ahora no sabía cómo comportarme, cómo controlar mis esfínteres y mi llanto. Él esperó a que me calmase, y comencé a respirar con normalidad. Me había deslizado la pregunta colgada de sus comisuras, sin que nadie en la sala percibiese nada. Y yo le miré a los ojos, al fin. Seguía esperando la respuesta, disimulando, interesándose por la mancha roja que adornaba mi pecho. Que qué esperaba de la vida. Qué pregunta más pretenciosa. "Pues no sé,-comencé,-quizás algo bonito, algo normal." Se rió por lo bajo, sabiéndome inexperta. Y yo comencé a considerarla seriamente. Que qué espero, me había preguntado, y yo sólo podía pensar en colores vivos, en el arcoiris, en el beso de mi madre, en la sonrisa de mi hermana, en la ternura de mis abuelos, en mi primer amor, en el último, el que me haría vibrar de emoción, en canciones de cantautores, en sonrisas cómplices de amigos. Pero también pensé en las lágrimas, en todo lo que conllevan, en la capacidad para emocionarme con una película, con una novela, un poema. En la rabia de la injusticia, en la necesidad de acabar y empezar de nuevo, en las caídas, en los triunfos y en todo lo demás. Pensé en los años que me quedaban, en las estaciones de autobús que verían mi sufrimiento, pero también mi alegría. Pensé en el viento del norte, en una nota musical, en una carcajada de verdad, en un beso dulce. Sopesé todas las posibilidades, las malas y las buenas, y elegí la más sencilla.
"Optaré por elegirlo todo", balbuceé. "Lo elijo todo, toda la vida, en todas sus variantes".
Y él sonrió, quizás por primera vez en mucho tiempo. Sonrió mientras curaba mi vientre sangrante, y su sonrisa fue la primera que me enseñó que la vida, en todas sus vertientes, me estaba dando una oportunidad. Se esfumó cuando me llevaron en brazos hacia donde había estado nueve meses. Demasiado tiempo, quizás un par de semanas más de la cuenta. Y mi madre me sonrió, acogiéndome en sus brazos. Nueve largos meses.
Que qué esperaba de la vida, así, sin anestesia, nada más nacer, nada más abrir los ojos. Me nubló la vista pensarlo, pero siempre lo tuve claro.
"Espero de la vida que me deje vivirla en todas sus vertientes, en todas sus facetas. Para que cuando todo acabe, cuando baje el telón, pueda decir que he vivido, y que esta vida era solo mía".
[Eisenheim.]

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