Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

viernes, 16 de agosto de 2013

Él recorrrería más de quinientas malditas millas para volver a verla.

Y pienso en lo que significa "echar de menos". Quejándonos de vicio, sintiendo que una o dos semanas se nos hacen interminables. Y tenemos razón. Todo el que tiene corazón lo tiene. Echar de menos, a tus amigos, a tu pareja, echar de menos una película, una canción, una buena cerveza, una conversación interesante. Incluso unos versos. Y en este verano que iba a ser el verano más frío de la historia-iba, pero a mí se me antoja caliente y alegre como una buena estación, afortunada yo-, me imagino con ochenta años. La veo a ella, sin su norte, y me abrumo. Ella, la que no podrá descolgar un teléfono para hacer una llamada rápida, para decir un "te echo de menos" que se ha alojado para siempre en su pecho. Como un mal tumor. Ella, la que no podrá nunca más desplazarse quinientas millas al sur-o a su norte-para mitigar un poco la angustia de la ausencia. Ella, la que a mí me parece la mujer más vieja del mundo, la frágil y derrotada, la que busca el norte como quien aferra un bote salvavidas. La que no podrá nunca escuchar su voz de nuevo, y la que ha tenido que inventarse tantas vidas en demasiados libros de la época victoriana. Hablo de la constante permanencia de lo inalterable, de la incapacidad de recordar una cara, una voz, o una sonrisa. De la necesidad de aferrar cada detalle, cada mínimo recuerdo para seguir sobreviviendo, que ya es poco. Cómo será estar aferrado a un recuerdo, día tras día, luna tras luna, estación tras estación. Mientras el paisaje cambia, pero el hielo permanece. Cuando no hay besos de despedida, una estación en la que esperar un tren que nunca va a llegar. Cuando el humo del tren que ya pasó atasca los pulmones, envenena las arterias. Cuando no hay nada más que ausencia, y aun así la mujer más vieja del mundo debe aferrarse a ella para seguir manteniéndolo vivo.
[Eisenheim.]
Algún día, os reuniréis de nuevo. Lo malo será la contradicción de tu partida.

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