Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Decían que había nacido, afortunadamente,con dos raciones de corazón y solo una de cerebro.

Comienzos. Mil historias que contar.
Te hablo de esta ciudad,
de los paseos nocturnos,
de la proximidad del otoño.
Alguien dijo que el otoño era decadente,
pero yo estoy llena de composiciones químicas,
y de sulfato ferroso.
Será eso.
Serán medicamentos todas las mañanas,
composiciones extrañas que consiguen introducir más vitaminas en mis venas,
en mi marchitado cuerpo.
Más de mil millones de veces supe que moría,
pero ahora amanezco con fuerza,
incapaz de sentir otra cosa que no sea misericordia,
por mí y por todos,
el alma se me ha vuelto caduca, vaya.
Y supongo que parte de mi corazón ha vuelto,
la incapacidad de odiar eternamente,
y la desconocida capacidad de amar a todos los seres de la creación,
-muy bíblico sí, pero real-.
Quizás sea volverme vieja,
el tic-tac del reloj,
la historia que pasa,
las venas que se me atascarán algún día.
Saber que alguna vez se me juzgará,
quién sabe,
aquí o allí,
por todos mis pecados,
por cada uno de mis desplantes.
O quizás saber,
por qué no,
que estás en paz con el mundo,
que la vida es línea curva,
que las sonrisas sinceras también lo son;
y que la curva es la línea más bonita,
perdonen la controversia,
la línea más universal.
Y la que más sangre bombea.
[Eisenheim.]

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