¿Sabes lo que te digo? Pasos, caminos, ensayos que nunca verán la luz. Me refiero a todo esto, al pequeño corte provocado por un folio, a la sensación de aspereza en la piel cuando te hablan de muerte y destrucción-maldita la coordinación-. Y entonces, todas las tablas de esta casa rugen como diablos, y a mí no se me ocurre otra cosa que hospitales, sangre y un poco de esperanza. Recuerdo un piano, al pie del salón. Cuántos lo habrán visto.
Y otra vez vuelta a empezar. Las primeras notas, los primeros dedos temblorosos rasgándote la piel, ensuciando las teclas blancas de tu inmaculado corazón. Piano, piano, si va lontano. Descrubiéndote nuevos arañazos en las manos, dejándote las canas largas, porque sí, porque las venas se van acortando con los años. Barriendo los latidos con una pena y una gloria, intentando excavar una vez más en la tierra que ya han removido. Nadie puede volver atrás, el reloj siempre sigue y arranca, mete primera y acelera.
Y yo no sé qué hacer con todo esto que se supone que debería controlar. Barriendo la sangre del baño, los restos del naufragio que se supone que se llama "vida". Maldita la virgen, si siempre apareces tú sacándome del desastre, apartándome de todo lo malo que implica estar vivo.
Los aplausos se suceden, nos sangran las manos de aplaudir. Eso, en el lecho de muerte, para poder esbozar una sonrisa, y dejarme ir. Eso, lo máximo, al final de esto que llamamos vida.
Un aplauso que deje algo de eco en esta habitación. Un aplauso que dé a un cuerpo nonagenario un poco del calor que ha perdido en sonrisas permanentes.
[Eisenheim.]A todos los anónimos que se van, todos los días. Sin nombres ni apellidos que los guarden.
"si siempre apareces tú sacándome del desastre, apartándome de todo lo malo que implica estar vivo." Alguien que lucha por tu "sonrisa permanente", alguien que sueña con tus sueños. Siempre grande, amor ;)
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