Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Asquerosamente jóvenes por siempre jamás.

Te hablo de una ilusión. 
De mil noches en vela, de una piedra en el camino.
 De todo lo que sucede, y lo que nunca llegará a suceder. 
Y de lo que superará mil veces lo que soñamos. 
Te hablo de mil maneras de llegar al camino, bordeando siempre, nadando a contracorriente.
 De unos ojos que se clavan, o quizás de algo más, de algo que no llega a ser nada.
 O llega a ser todo.
Nos dijeron que todo era una mentira. Que nunca estuvimos en estos asientos, aburriéndonos, riéndonos, dejando pasar en formato susurro los últimos años de juventud. Te hablo de las primeras arrugas, de estos ancianos jóvenes que somos, de las primeras arrugas que comienzan a formarse en la cara. 
Justo debajo de nuestras retinas miopes. 
De las mentiras que nos contaron, y las que nunca nos creímos.
 De la rebeldía, de las ganas de cambiar el mundo-todavía algo de aquello queda-. 
De los primeros libros de poesía. Y  de la capacidad para dejarnos cautivar con un solo verso.
Te hablo de todo esto.
De la mentira universal. De la mentira de vivir. 
Pero bendita mentira, que camina con bastón a pasitos cortos, con sus manos temblorosas, su sempiterna sonrisa.
 Bendita mentira, que solo se hace verdad en ciertos brillos de pupilas. 
[Eisenheim.]

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