Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

sábado, 22 de marzo de 2014

"Y posibles puntos suspensivos que jamás se pudieron borrar."


Agua fija en un punto,
respirando con todos sus violines sin cuerdas
en la escala de las heridas y los edificios deshabitados.


Life's that. That's life. Y seguimos cometiendo errores. Creyéndonos invencibles, rellenando folios y folios de times new roman 12, menuda hipocresía. Seguimos creyéndonos invencibles, saliendo a la calle, corriendo en pasos de cebra que gritan rojo en todos los idiomas.
Seguimos creyéndonos inmortales, mientras nos acostamos cada noche sin pensar en los perdones, en las palabras que nunca se dijeron, en las miradas que algún día significaron algo. 
Seguimos intentando engañarnos cuando contamos el dinero de la semana, cuando los poemas se nos acumulan y decimos eso de "ya en verano, si acaso". Planeando, siempre planeando. Comillas españolas, sistema Harvard. Seguimos estando en la inopia, despojos un domingo después de unas copas de más. Seguimos pensando que nos veremos pronto, que nada cambiará cuando volvamos, que nuestra habitación seguirá estando siempre como la dejamos. Manchada de presente. Y no.
No seguirá igual cuando volvamos. Habrá cambiado. Se habrá teñido de verde melancolía, tendrá un hilo más que se descompone entre cuerpos vacíos. Seguimos creyéndonos los niños de la ira, de la mentira y de la inmediatez electrónica. Seguimos creyéndonos que la muerte no existe, que solo existe en los telediarios. Que únicamente en Chad hay guerra, y que lo de los mil cuatrocientos niños que mueren al día por falta de agua son solo parte de un decorado, una cifra que no sangra, que nunca se acercará a nosotros y se deslizará entre nuestras sábanas para teñirla de petróleo. 
Seguimos creyéndonos en la cresta de la ola, la ira de los combatientes, la generación perdida. Se empeñan en decirnos que no sabemos lo que hacemos, que no controlamos el peligro, que no recordamos versos, que somos adultos demasiado jóvenes.
Pero sí. Sabemos mucho más de eso de lo que ellos creen. Sabemos mucho de versos perdidos, de recuerdos sin sentido y de millones de pedazos de los que estamos formados.
Conocemos mucho más del mundo que aquellos que nos llaman "generación vacía". Sabemos del olor de la muerte, del dolor que permanece, de lo efímero de nuestros veintitantos.
Sabemos mucho más. Pero a veces los puntos suspensivos son más que suficientes. Suficientes para la nada. O suficientes para todo.
[Eisenheim.]
A ti, que te has quedado suspendida en el tiempo.

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