Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

sábado, 17 de mayo de 2014

Heart on fire.

Perdonadme, pero aquí todavía se sigue respirando, aunque a nosotros nos sangren los ojos. Se especula con el alcance de la memoria, con los titulares de primera página. Ya los periódicos están amarillos, solo quedan restos en el buscador de google. Pero todavía queda algo de sal en los ojos de los niños de Siria, en las pupilas de las embarazadas que abortaron como no se abortó la misión. Todavía hay hombres, hombres lisiados capaces de hacer sonreír a sus hijos, porque esta noche sí que hay tres sorbos de leche.
Todavía quedan restos de asfalto, edificios que pueden dar sombra a ese niño de tres años que camina solo, desolado, pidiendo en silencio un poco de ese algo que ya no se puede dar en Homs. 
Pero es cierto, la onu-no se ha ganado las mayúsculas- tiene razón, todavía queda resquicio para la esperanza. Todavía hay niños que no son huérfanos. 
Existen más madres a las que asustar.
Y todavía nos quedan maridos que tienen heridas abiertas.
Nos queda el otro asedio,
el de la indiferencia.
Permanecen visibles las ruinas, y precisamente por eso,
parece que la cicatriz siempre será más profunda.
[Eisenheim.]

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