Así que apenas puedo recordar
qué fue de varios años de mi vida,
o adónde iba cuando desperté
y no me encontré solo.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Integridad.

Leer poesía a destiempo puede ser un buen motivo para volver. Aquí, el viento se agita, cambia las coordenadas. Aquí y allí, pero nunca a destiempo. Y mientras, descomposición en vena, Gary Cooper en las antípodas, aquejado de cáncer y meciendo la pierna derecha por encima de sus posibilidades. Esas formas de mujeres de los años 50, que se dejaban agarrar los antebrazos para ser besadas, nunca para ser humilladas. La decadencia de unos labios de Bardot, que dice de Le Pen que es la salvadora universal. Y las pateras siguen llegando, mientras nosotros acudimos al médico con ojeras en las manos, diciendo eso de "nos van a contagiar, vaya usted a saber lo que hay por esos mundos". Y es que yo no entendí nunca muy bien eso de "los mundos", salvo cuando mi abuela dice eso de "me voy a ir por los mundos y no voy a volver", y a mi me parece eso algo como cuando la onu dice que va a solucionar algo entre Israel y Palestina, en Irak y en Ucrania. Es decir, frases que nunca nos parecen enteramente plausibles. 
Y el retiro espiritual está aquí dentro, mientras el sonido de las olas rompiendo contra las farolas nos salpica de sangre y de versos escondidos entre hojas sueltas de una casa en ruinas, aunque nosotros no cesamos de repetir lo mismo que el pobre Cooper en los 50: "Los buenos somos nosotros, los malos son ellos, los indios". 
[Eisenheim.]

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